El núcleo de la Tierra no deja de sorprendernos. Estos son los últimos descubrimientos.

Un análisis de ondas sísmicas recopiladas durante décadas ha revelado que el núcleo de la Tierra no es una esfera uniforme ni estática, sino que gira a diferentes velocidades, cambia de forma y podría tener fenómenos similares a volcanes y deslizamientos de tierra.

A pesar de su importancia en la generación del campo magnético terrestre, el núcleo nunca ha sido observado directamente. Todo lo que se sabe proviene de métodos indirectos, como el análisis de ondas sísmicas. Gracias a la acumulación de datos, los científicos han logrado una imagen más clara de este enigmático lugar.

Cambios inesperados en el núcleo

En 2024, los geólogos descubrieron que el núcleo se estaba desacelerando, lo que podría influir en el movimiento de las placas tectónicas y la duración de los días. Ahora, un nuevo estudio muestra que su morfología también ha cambiado en los últimos 20 años, algo que antes se creía imposible.

El sismólogo John Vidale y su equipo analizaron datos de 168 pares de terremotos ocurridos entre 1991 y 2023 en las Islas Sandwich del Sur. Detectaron que algunas ondas sísmicas se desviaban al atravesar el núcleo, lo que sugiere que su superficie tiene irregularidades que evolucionan con el tiempo.

«El núcleo interno no es una esfera perfecta, sino una estructura cambiante con elevaciones y depresiones que pueden alcanzar kilómetros en pocos años», explicó Vidale a Science.

Hipótesis sobre su evolución

Aunque aún no hay una explicación definitiva, los investigadores manejan dos hipótesis principales:

  1. Solidificación y fusión del hierro: A temperaturas cercanas a los 1,500 °C, el hierro del núcleo estaría en un proceso continuo de derretimiento y solidificación, formando nuevas estructuras.
  2. Hierro burbujeante: Material en estado líquido podría desplazarse desde el interior hacia el exterior, generando texturas similares a montañas y valles.

El geofísico Maurizio Mattesini, de la Universidad Complutense de Madrid, señala que este hallazgo sugiere que los cambios en la forma del núcleo podrían reescribir la historia de su rotación con respecto al resto de la Tierra.