Gracias al telescopio ALMA (Atacama Large Millimeter/submillimeter Array), un equipo de científicos ha logrado obtener las imágenes más detalladas hasta la fecha de la superficie de R Doradus, una estrella gigante roja ubicada a 180 años luz de la Tierra. Lo que revelaron estas imágenes ha dejado perplejos a los investigadores: gigantescas burbujas de gas caliente, decenas de veces más grandes que el Sol, surgen desde el interior de esta estrella.
Este fenómeno forma parte de un proceso natural en las estrellas conocido como convección. Las estrellas, como R Doradus, generan energía en sus núcleos, la cual es transportada hacia la superficie en forma de burbujas de gas caliente. Este proceso, similar a lo que ocurre en una lámpara de lava, crea estructuras granulares que los astrónomos han podido observar por primera vez con un detalle sin precedentes.
Si bien la convección es un proceso bien conocido en nuestro Sol, donde burbujas de gas de aproximadamente 1.000 km de diámetro sobreviven apenas 10 minutos en la fotosfera, el escenario cambia radicalmente en las estrellas gigantes rojas como R Doradus. Las burbujas de esta estrella tienen un tamaño asombroso: aproximadamente 100 millones de kilómetros de diámetro, lo que significa que cada una de ellas podría albergar hasta 75 estrellas del tamaño del Sol.
R Doradus, que actualmente se encuentra en su fase de gigante roja, ha agotado su combustible de hidrógeno y ahora quema helio, lo que ha causado una expansión masiva de sus capas exteriores. Según los cálculos, la estrella tiene un diámetro 350 veces mayor que el del Sol, lo que la convierte en un objeto de estudio fascinante para los astrónomos.
El logro de estas imágenes no habría sido posible sin el innovador uso de la interferometría por parte del ALMA, una red de 66 antenas de alta precisión que, al combinar sus señales, permite formar imágenes increíblemente detalladas de objetos distantes. Esta técnica ha permitido a los científicos obtener una visión sin precedentes de la superficie de R Doradus, algo que hubiera sido imposible con telescopios ópticos convencionales.
Lo más sorprendente es que las burbujas de convección de R Doradus parecen moverse en un ciclo de solo un mes, una velocidad mucho más rápida de lo que los científicos habían anticipado. Este descubrimiento ha desconcertado a los expertos, que ahora se enfrentan a nuevas preguntas sobre cómo cambia el proceso de convección a medida que las estrellas envejecen. “Todavía no sabemos cuál es la razón de la diferencia”, afirmó Wouter Vlemmings, autor principal del estudio publicado en Nature y profesor de la Universidad Tecnológica de Chalmers, en Suecia.
Este es solo el comienzo de lo que ALMA y otros radiotelescopios podrán revelar sobre las estrellas gigantes y su evolución. El entendimiento de la convección en estrellas tan distantes abre una nueva ventana para comprender mejor el futuro de estrellas como nuestro Sol, que eventualmente también se convertirá en una gigante roja.
En definitiva, lo que estamos presenciando es una nueva era en la astronomía, donde las herramientas más avanzadas nos permiten ver más allá de los puntos brillantes en el cielo y explorar en detalle los fenómenos dinámicos que ocurren en las estrellas más distantes del universo.