Hace 5,5 millones de años, el mar Mediterráneo experimentó una de las transformaciones geológicas y biológicas más drásticas de su historia: la Crisis de Salinidad del Messiniense. Este fenómeno, desencadenado por movimientos tectónicos que desconectaron el Mediterráneo del océano Atlántico, generó una masiva acumulación de sal bajo el lecho marino, lo que afectó profundamente a la biota marina. Un estudio reciente, publicado en Science y liderado por Konstantina Agiadi, ha logrado cuantificar por primera vez el impacto de este evento en la biodiversidad mediterránea y ha revelado que solo el 11 % de las especies endémicas sobrevivieron a la crisis. Además, la recuperación biológica tardó alrededor de 1,7 millones de años.
La tectónica de placas ha desempeñado un papel crucial en la evolución de los mares y océanos. El Mediterráneo, en particular, ha sido objeto de aislamiento repetido del océano global a lo largo de la historia, lo que ha dado lugar a la formación de grandes depósitos de sal conocidos como “gigantes de sal”. Estos depósitos, presentes en diversas partes del mundo, como Europa, Australia y Siberia, no solo representan recursos naturales valiosos, sino también puntos críticos para la biodiversidad.
El “gigante de sal” del Mediterráneo, una capa de aproximadamente un kilómetro de grosor, es el resultado directo de la desconexión con el Atlántico hace 5,5 millones de años. Este aislamiento causó fluctuaciones extremas en la salinidad y temperatura del agua, lo que alteró profundamente los ecosistemas marinos y condujo a la extinción de una gran parte de la fauna del Mediterráneo, incluidos los corales tropicales. El estudio de Agiadi y su equipo destaca que el 67 % de las especies marinas presentes tras la crisis no eran las mismas que antes de ella.
La lenta recuperación de la biodiversidad
Una de las principales revelaciones del estudio es que la biodiversidad marina del Mediterráneo tardó mucho más de lo esperado en recuperarse. Aunque la reconexión con el Atlántico permitió la colonización de nuevas especies, como el tiburón blanco y los delfines oceánicos, la biodiversidad en términos de número de especies solo volvió a niveles anteriores después de 1,7 millones de años. Este retraso en la recuperación subraya el impacto duradero de la crisis en los ecosistemas marinos.
El modelo desarrollado en este estudio no solo ofrece una explicación sobre la conexión entre la tectónica de placas, la formación de sal y la biodiversidad marina, sino que también proporciona una herramienta para estudiar eventos similares en otras regiones del mundo. Según Daniel García-Castellanos, coautor del estudio, aún quedan preguntas clave por resolver: “¿Cómo sobrevivió el 11 % de las especies a la salinización del Mediterráneo? ¿Qué efecto tuvo la eliminación del 5 % de la sal disuelta en el océano global?”.
Repercusiones para el presente y el futuro
Los hallazgos de este estudio no solo aportan una visión más profunda del pasado geológico del Mediterráneo, sino que también ofrecen información relevante para comprender los patrones actuales de biodiversidad marina. Marta Coll, coautora del trabajo, señala que “los procesos del pasado remoto han influido en los patrones que observamos hoy en día”. Este conocimiento es fundamental para enfrentar los desafíos actuales relacionados con el cambio climático y la conservación de la biodiversidad marina.
El estudio también servirá como base para la red de Acción COST “SaltAges”, que comenzará en octubre y explorará los impactos sociales, biológicos y climáticos de las formaciones de sal a lo largo de la historia geológica.