En un estudio realizado por investigadores de Cornell, se exploró el impacto de los robots quirúrgicos en el trabajo en equipo dentro de las salas de operaciones. Presentado en la Conferencia ACM sobre trabajo cooperativo y computación social en Jersey City, Nueva Jersey, el documento titulado “Operando a distancia: cómo un robot quirúrgico teleoperado reconfigura el trabajo en equipo en la sala de operaciones” analizó de cerca esta dinámica emergente.
En contraste con la cirugía tradicional, donde médicos y enfermeras se congregan alrededor del paciente, interactuando físicamente y coordinando de cerca, la cirugía robótica coloca al robot en el centro de la habitación. El cirujano controla el sistema desde una consola apartada, mientras que el resto del personal médico se dispersa y a menudo no se ven las caras, quedando inactivo durante períodos prolongados.
Hannah RM Pelikan, autora principal del estudio y ex becaria de Cornell, junto con el profesor Malte Jung, observaron la operativa durante dos años en hospitales de EE.UU. donde se utiliza el Sistema quirúrgico Da Vinci. Este robot, conocido por su precisión y capacidad para reducir la fatiga del cirujano, fue el foco de la investigación. Sin embargo, se descubrió que la introducción del robot generaba dos tipos de distancia: cognitiva, afectando la colaboración y comunicación del equipo, y afectiva, reduciendo la conexión emocional entre los miembros del equipo quirúrgico.
Durante las cirugías robóticas, los métodos de comunicación cambiaron significativamente. Los gestos y señales físicas utilizados en cirugías abiertas fueron reemplazados por instrucciones verbales más explícitas, similar al protocolo utilizado en operaciones de pilotos de avión. Esta transición hizo más difícil para los miembros del equipo estar al tanto de las emociones y estados de ánimo de los demás, algo crucial en un entorno tan exigente como una sala de operaciones.
Además, se observó que los asistentes del cirujano fueron menos necesarios en las cirugías robóticas, lo que a veces llevaba a interacciones más informales entre el personal, incluyendo conversaciones que podían distraer al equipo principal.
A pesar de estos desafíos, los investigadores también notaron la aparición de nuevos rituales postoperatorios diseñados para mitigar la distancia afectiva creada por el robot. Estos momentos de reunión después de las cirugías permitieron al equipo reconectar socialmente, algo que era menos común en la cirugía tradicional.
Steven Jackson, coautor del estudio y profesor asociado de ciencias de la información, destacó la importancia de diseñar tecnología que no solo mejore la eficiencia clínica, sino que también tenga en cuenta las dinámicas sociales y emocionales dentro del equipo quirúrgico. Esta reflexión podría influir en futuros desarrollos tecnológicos y prácticas de diseño, asegurando una mejor integración de robots en entornos de trabajo colaborativo.
El estudio fue apoyado por el Instituto de Cornell para las Ciencias Sociales y la Fundación Nacional de Ciencia, subrayando la interdisciplinariedad necesaria para abordar los desafíos emergentes en la salud y la tecnología médica.